martes, 27 de enero de 2009

El coloso, ya no es tan grande.

Una de mis pinturas favoritas es El coloso, ya cuando la vi por primera vez estudiando en el instituto me fascinó, rezumaba poder, fuerza y a la vez representaba un ser imposible, sacado de un relato de Tolkien o anticipando el surrealismo de Andre Bretón, uno de esos personajes que pueblan el subconsciente y que se “materializan” en nuestras experiencias oníricas.

Las interpretaciones son variadas, pero la que ha alcanzado más consenso sostiene que el gigante representa la oposición del pueblo español a los invasores napoleónicos. Sea como fuere el impacto que me causa este lienzo no ha decrecido con el paso del tiempo.

Ya en 2001 Juliet Bareau-Wilson, afirmó que la autoría del cuadro no era de Goya, sino de su hijo, Javier Goya. En 2008 los resultados preliminares de un estudio del Museo del Prado certificaron que el autor no era Goya, asignando la autoría con elevada probabilidad al pintor valenciano Asensio Julia. No obstante en el resultado definitivo de enero del 2009, si bien se reafirma en que Goya no lo pintó, dictamina que no es posible especificar la autoría del cuadro.

Al conocerse la noticia, uno de los corolarios es la reducción en el valor del lienzo, ya que no está pintado por uno de los genios de la pintura moderna y contemporánea más importantes del mundo. De esta noticia se desprende que el valor de los cuadros no sólo depende de características objetivas, sino que los elementos de moda, suerte, consenso entre los críticos, juegan un papel preponderante en la valoración de las obras de arte.

Los elementos subjetivos en la valoración de un cuadro juegan un papel más significativo conforme no se necesiten unas habilidades especiales (al menos no de forma clara) para pintarlo. De ahí que mucha gente cuando se enfrenta a un cuadro abstracto comenta, o que no lo entiende, o que no entiende como puede considerarse una obra de arte, ya que él sería capaz de hacerlo.

Es decir, todo el mundo al ver las meninas reconoce que es una obra de arte, ya que se vería incapaz ni con 100 años de práctica a hacer algo parecido, por lo que los elementos objetivos en la valoración del cuadro son muy importantes.
Sin embargo, cuando observamos el cuadro más caro del mundo, subastado por 140 millones de dólares: Número 5 de Jackson Pollock, no está nada claro que algunos de los observadores no seamos capaces de hacer algo parecido. En este caso para entender su elevado precio, hay que apelar en gran medida a causas subjetivas; como suerte, opinión favorable de los críticos, modas, estar en el momento adecuado y en el lugar adecuado…


O el siguiente cuadro del creador del Suprematismo Kazamir Malévich, Círculo negro.

Desde mi opinión el hacer depender en una cuantía tan elevada el valor de los cuadros de elementos subjetivos, desvirtúa o al menos cuestiona la validez de esas apreciaciones, no obstante en los nuevos estilos pictóricos, está la semilla de otros nuevos, por lo que en mi opinión no se debería denostar de forma radical este tipode composiciones.

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